La biodigestión es un proceso en el que se descompone la materia orgánica para producir biogás y digestato. El proceso se realiza en ausencia de oxígeno, por lo que también suele llamarse a este proceso como digestión anaerobia.
El biogás es un gas rico en metano (CH4), normalmente contiene entre un 30-50%. También contiene nitrógeno (N2), hidrógeno (H2), sulfuro de hidrógeno (H2S), vapor de agua y amoniaco (NH3), pudiendo existir otros compuestos azufrados. Es por su contenido que el biogás posee un alto poder calorífico y puede utilizarse como fuente de producción de energía. Su composición dependerá de muchos factores siendo el material de entrada uno de los más importantes.
El biogás posee un gran valor energético y puede transformarse en electricidad y/o calor utilizando unidades de cogeneración. La electricidad producida puede ser consumida directamente en el establecimiento o como en otros países, alimentar la red pública.
Por otro lado, el digestato es un lodo con propiedades de biofertilizante. Dado que se encuentra estabilizado e higienizado puede utilizarse como aditivo o estabilizador de suelos en la agricultura, mezclado de tierras, así como en la horticultura y el paisajismo.
El digestato sólido o líquido no emana malos olores a diferencia del estiércol fresco. Tampoco atrae moscas y puede aplicarse directamente a los cultivos en forma sólida o líquida, en las cantidades recomendadas. Se utiliza también como aditivo en la preparación de soluciones nutritivas para cultivos hidropónicos.
El digestato tiene características superiores al abono con estiércol fresco debido a que no se pierden los nutrientes y los patógenos han sido eliminados. Puede competir con los fertilizantes químicos permitiendo un ahorro en la aplicación de otros abonos convencionales, sin disminuir la productividad de los cultivos.
No deja residuos tóxicos en el suelo y además aumenta la productividad en comparación con suelos no abonados. Puede ser utilizado puro o como aditivo de origen orgánico de alta calidad, o como correctivo de la acidez en los suelos.
Aproximadamente un 50% de los residuos sólidos urbanos (RSU) producidos en México son materia orgánica. En un país de aproximadamente 130 millones de habitantes produciendo 1 kg de residuos sólidos urbanos al día por persona y aunado a los residuos producidos por el sector ganadero y el sector de la agricultura, el potencial que tiene nuestro país para su aprovechamiento es enorme.
Con la aplicación de la biodigestión podríamos satisfacer una gran parte de la demanda eléctrica del país y producir fertilizantes aprovechables para el sector agrícola, acciones que nos ayudan a seguir impulsando una economía circular.
Este es el momento para comenzar a detonar el valor de nuestros residuos.